miércoles, 23 de noviembre de 2011

Izan ere utopía


Utopía, pretender lo imposible


Eduardo Galeano escribió acerca de la utopía algunos de los versos más bellos que incitan a la revolución y que hoy me tomaré el lujo de citar:

 
"Ella está en el horizonte Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré. ¿Para que sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar".

La sociedad moderna, al igual que los versos de Galeano tiende a identificar la utopía simplemente como algo irrealizable, dentro de una categoría absoluta y nos olvidamos de la utopía como un concepto relativo que adquiere sentido cuando entra en relación con el orden social existente. Para entender mejor esta diferencia me basaré en el libro de Karl Mannheim Ideología y utopía (1929) dentro del ámbito de la Sociología del conocimiento, aunque prestando solo atención al concepto de utopía.

Escribía Mannheim que "Un estado de espíritu es utópico cuándo resulta incongruente con el estado real dentro del cual ocurre" Sin embargo, no debemos considerar como utópico cualquier estado incongruente con la inmediata situación ya que en el estudio limita el concepto de utopía a aquellas orientaciones que, al pasar al plano de la práctica, tiendan a destruir el orden existente de las cosas en una determinada época, de ahí que aparezca de nuevo el componente revolucionario que encontrábamos ya en los versos de Galeano cuando nos anima a caminar para alcanzar la utopía. En todas las etapas encontramos ideas que han trascendido al orden existente pero no actuaban como utopías al no ofrecer posibilidades revolucionarias.

Hay dos clases principales de ideas que trascienden la situación; por un lado tenemos las ideologías que trascienden la situación social pero que no se proponen cambiar el orden social vigente. Las utopías, también trascienden la situación social y lo más importante logran transformar la realidad social. Se pondrá la etiqueta de utópico por parte de la clase dominante a todo aquello que desde su punto de vista nunca será realizable y ahí está la clave, las utopías son irrealizable sólo desde el punto de vista de un determinado orden social de ahí la importancia de relativizar el concepto de utopía y relacionarlo con el orden existente.

En la época contemporánea de Mannheim, éste hace un esfuerzo por mostrar como una vez alcanzada la utopía, ésta se vuelve ideología y pierde su carácter revolucionario. Uno de los ejemplos de elemento utópico lo encontramos en la idea burquesa de libertad que se ve materializada con la eliminación del sistema de castas y con la garantía de diferentes libertades: expresión, opinión,etc. El socialismo en sí mismo no deja de ser el proceso temporal que explica Mannheim en su análisis y donde se nos muestra como el socialismo pasó de ser una utopía (imposible de aplicar en el orden existente en la época) a ser una ideología aplicada a la realidad, momento en que perdió su caracter revolucionario ya que, según Mannheim, la ideología imposibilita el cambio (al menos en los lugares donde fué implantado)

No podría terminar este comentario sin destacar la importancia de la colectividad, aunque se pueda atribuir al individuo la forma de una utopía, ésta surge y se nutre siempre del colectivo. Todo lo que se está viviendo a nivel mundial en todas las calles del mundo no es más que el nacimiento de una nueva utopía, el nacimiento y origen de un cambio de sistema ¿Hay algo más revolucionario? No hay revolución sin colectividad ni utopía sin caracter revolucionario.
De la imposición de un orden social existente se desprende que un mundo carente de utopías, es imposible.

"Las utopías solo son a menudo verdades prematuras"




martes, 22 de noviembre de 2011

"Es necesario que soporte dos o tres orugas si quiero conocer a las mariposas"


Jumilla. Septiembre 2011

EN LA PLAZA DE LA REVOLUCIÓN

Amenece en la plaza de la revolución y los primeros ruidos comienzan a despertar a lxs indignadxs. Una mujer mayor se acerca y nos deja unos cartones de leche, un termo de café calentito y unas magdalenas, una mujer cuya pensión seguramente no alcance los 500€ pero que tiene la convicción de que la juventud necesita comer bien para cambiar el mundo.

En la plaza de la revolución mucha gente se acerca simplemente para charlar; unxs apoyan las propuestas, otrxs aportan nuevas ideas y otrxs nos muestran su oposición al movimiento; nadie levanta la voz, toda nuestra idea es hablar, hablar mucho y sobre todo hablar con todo el que esté dispuesto a escuchar, sea cual sea su punto de vista.

A la plaza de la revolución se acerca la policía para preguntar qué tal estamos, lxs barrenderxs nos comentan lo limpia que está la plaza y lxs comerciantes se preocupan por saber que cosas se "cuecen" en las asambleas.

En la plaza de la revolución se crea, se debate, se rie y se llora, hay tiempo para la reflexión colectiva e individual y para la evasión con lecturas y talleres; en la plaza de la revolución la gente se mira a la cara, se desarrollan relaciones horizontales donde por supuesto existen sexos, edades, clases sociales o ideologías pero donde éstas categorías se convierten en los puntos sobre los que construir nuestra unión.


Estos días hemos conseguido que se plante una semilla que ahora debe comenzar a romper con fuerza; unos nos encargaremos de regarla y otros de proporcionarle sol y calor para que algún día, esa pequeña semilla sea tan fuerte como un roble...Tal vez esta indignación pueda ser capaz de levantar bosques por todo el mundo, bosques que den un poco de oxígeno a esta sociedad que nos asfixia con un humo tan denso, que hasta hace unos días hacía que fuésemos incapaces de vernos.
¡GRACIAS A TODXS POR ESTOS DÍAS LLENOS DE ESPERANZA Y FUTURO!